jueves, 19 de noviembre de 2009

LA ESQUINA

LA ESQUINA
Una esquina. No cualquier esquina. Esa esquina. La esquina del Te Espero, la esquina del Kiosco, la del bar ... La esquina de la señora y la del niño. La esquina de la señora y del niño. Porque esa es la esquina de la señora. La Esquina de La Señora.
Es una esquina concurrida pero a la vez desolada. Muchos y nadie pasan una y otra vez por alli, sin ver, sin querer ver a sus moradores; porque hay moradores:una señora y un niñito.
El dia comienza oscuro con unos niños que juegan. Juegan a que son grandes, juegan a que viajan, juegan a que son otros. Unos niños que no saben ya quienes son ni de donde vienen porque ya han venido de muchos sitios, porque ya no tienen donde ir. Unos niños que ya en un rato (no mucho) serán mas grandes, algo mas altos, algo mas concientes de ese lugar en el que estan. Las luces comenzaran a iluminar algo mas esos rostros tan extraños, tan anonimos que buscaran la identidad en los rostros que se cruzan, en los rostros de quienes a su lado pasen sin notar la amplia habitacion que alli se extiende ...
El tango será su musa inspiradora mientras mendiguen algo mas de ese pan que hoy no tendran, al menos claro, que alguien (un alguien) se anime a mirarlos al corazon. Buscaran ocupar el tiempo que les queda hasta ser desplazados por el futuro que muy de a poco se arrimara en el profundo anonimato. Y tal vez, solo tal vez, hasta escuchen las campanadas de aquel tiempo que pasa sin avisar , sin preguntar, sin cuestionar. Tal vez solo esperen que esas campanadas les hagan tomar conciencia de su existencia bajo ese calido techo que cubre el rugir de las entrañas. El juego va llegando a su fin y sus cuerpos van cambiando con esa extraña metamorfosis del propio existir, y con el, el ansia de conocer ese mundo ya adulto que gira alrededor ...
Satisfaccion, placer, dolor comienzan a encuadrarse en este nuevo marco que veremos, sentiremos y palpitaremos hasta el nuevo toque de campanadas que, volveran a tañir en nuestro interior. El alimento de este extraño intercambio llenará su ser sin dejarle nada mas que un vacio aun mayor del que traia. Su vacio no ha sido llenado a pesar del metal que sobre su ser pesa. No alcanzara asi a cubrir el camino hacia el futuro que locamente se avecina con la blancura y el movimiento de ese ritmo que marca el final del dia. Tal vez hasta haya que sostenerse para no perder ese poco equilibrio que nos queda en este tierno y extraño vaiven. La noche llega y el movimiento cesa, pero esa esquina no se irá, y alli podremos resguardarnos de ese extraño mundo que nos rodea hasta que el dia llegue nuevamente y nos encuentre como niños.
Y hasta que ello ocurra la señora estará observando, sonriendo, y tendiendonos una mano: Su Mano. La Señora ... Nuestra Señora de La Esquina !
Diego Pizone

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