Es una comunidad que ayuda a la gente que está en situación de calle.
Con un look muy particular, se hacen llamar los BEARDED VILLAINS y desde hace
más de cinco años disponen su tiempo para recorrer la noche porteña.
Creo que es una historia que merece ser contada. Tiene como
protagonistas a 200 hombres en todo el país unidos por dos extremos, la barba y
su acción solidaria.
Saben que no van a cambiar el mundo, pero sí un momento de la vida, de
quien los necesita.
Se suele creer que el aspecto de una persona define su personalidad, un
sujeto prolijo en su vestimenta, con el cabello alineado y gesto afable se lo
asocia por ser correcto, y ¿qué ocurre cuando la persona que se está viendo es
robusta, con barba larga, tatuajes, además campera de cuero negra, con una
calavera estampada en la espalda? De inmediato se enciende una señal de
peligro.
Los Bearded Villans o el castellanizado Villanos Barbudos son una fraternidad de hombres con imagen ruda que se formó en Argentina y otras partes del mundo, justamente para cambiar el estigma que los pone en el lugar de los malos y demostrar que pueden ser buenos y solidarios y que fomenta el respeto y la lealtad.
Desde hace varios años e inspirados en el primer club de barbas que se
fundó en Los Ángeles, los Villanos Barbudos criollos recorren por las noches
las calles de la Ciudad de Buenos Aires, ayudando con comida, compañía y afecto
a las personas que viven en situación de calle.
Mauro Ponti, es el capitán de este grupo, tiene 34 años, es tatuador
profesional y comenta: "Tener que enfrentarnos a los prejuicios de la
gente nos pasa todos los días, por eso es que el club se formó para cambiar un
poco el paradigma que hace que la gente asocie tatuajes y cadenas con gente
fuera de la ley, patota o violencia. Nosotros somos completamente otra cosa".
Ellos son justamente un puñado de hombres barbudos de diferentes credos,
culturas, que conformaron un grupo que se sostiene en cuatro pilares: la
lealtad, el respeto por el otro, la familia y la caridad.
La causa con la que están comprometidos quienes forman parte de esta
agrupación es una y sencilla: ayudar a quien está en situación vulnerable y
necesita del otro. Los barbudos solidarios hacen recorridas nocturnas en
barrios de CABA, pero ya están ampliando los días de salidas y las zonas hacia
el oeste, sur y norte del Gran Buenos Aires.
Según un informe del segundo Censo Popular de personas en situación de
calle, más de 7000 personas se encuentran sin hogar en Buenos Aires. A éstas
cifras hay que sumarles los que viven en la vía pública fuera del perímetro de
la Capital. Todo lo que se reparte en las recorridas se consigue a partir de
los aportes individuales de los integrantes del grupo, de las donaciones que
buscan y reciben y del trabajo mancomunado que los moviliza a ellos y a sus
familias. Quien sabe y puede preparar comidas, otros aportan movilidad para el
reparto, utilizan sus motos para trasladarse y así se va armando una cadena de
voluntades que les permita llegar a las personas que están en la calle con
comida, jugos, ropa y abrigos.
Recientemente incorporaron voluntarios del área de salud que se ocupan de atender necesidades básicas y hasta un amigo peluquero que ayuda en la higiene y corte de cabello.
Se entabla una relación, dice Mauro Ponti, porque para nosotros no es
sólo ir y dejar un plato de comida caliente, es charlar, tocamos música, es
como una amistad; los chicos que viven en situación de calle nos hacen
dibujitos, van a la escuela y nos ponen como héroes, "Se te pone la piel
de gallina cuando ves eso", cuenta Mauro emocionado. A la vez que
reflexiona y agrega: "Estamos para dejar un mejor futuro a nuestros hijos,
que sean mejores personas". Cuesta asociar una lágrima y la voz quebrada
con ese hombre robusto, lleno de tatuajes, piercings, anillos y con una barba
de 38 centímetros de largo.
La agrupación de Villanos Barbudos ya llega a 80 integrantes en Buenos
Aires (hay 7000 socios alrededor del mundo, de los cuales 2000 son de
Latinoamérica) no es una comunión homogénea de personas, hay de diferentes
ocupaciones, ideologías y con pasados y presentes diversos. Todos usan una
barba que debe superar los 5 cm. El requisito para pertenecer a la hermandad es
la voluntad de querer ser mejor persona día a día y darle algo a la comunidad.
"Acá no juzgamos a nadie", dice Mauro.
Héctor Ponti, es el padre del capitán, fue miembro de la policía, también integra la agrupación solidaria. Ataviado con remera blanca, chaleco negro, anillos, innumerables tatuajes y una barba que destaca por la prolijidad y el cuidado que se nota tiene hacia su persona. Nada hace sospechar que en otro tiempo su uniforme era otro. Es contundente al describir lo que siente cuando sale a las recorridas por las calles: "Me duele todo, los chicos, los ancianos, gente de mi misma edad que está desocupada y con vergüenza por recibir un plato de comida. Tenemos que ponerle el oído también, que sientan que no están solos".
Dice Héctor: "No vamos a cambiar el mundo, pero por un minuto le
cambias el mundo a esa persona, escuchándola, dándole una frazada, una palmada
en el hombro, un beso, un abrazo".
Para finalizar les digo, para mí, realmente son un ejemplo de
solidaridad en un envase duro.
https://www.facebook.com/beardedvillainsargentina
Rosy Perez para ECOS DEL MERCOSUR