La vocación de servicio
y el amor altruista colabora a superar las crisis
Deseo
escribir cómo el ser humano a lo largo de la historia fue desarrollando algunas
las herramientas a través del conocimiento o de la intuición, para superar o
poder enfrentar las crisis.
El trabajo en equipo teniendo un fin determinado potencia el
individual.
Daré ejemplos de la historia
de la humanidad reconocidos por el lector.
La caverna de Tailandia
A
comienzos de julio del 2018, 12 niños integrantes de un equipo de futbol local
y su entrenador de fútbol quedaron atrapados en una cueva, en Tailandia. Luego
de un trabajo conjunto de varios países y de diversos recursos humanos, fueron
rescatados, con leve hipotermia y desnutrición y luego de pocos días fueron
dados de alta.
La
comunicación instantánea que se obtiene en estos tiempos hizo que el mundo
siguiera paso a paso el desenlace feliz, y muchos de los espectadores se
unieron en cadena de oración. Participaron 40 buzos de la marina tailandesa y
50 de diversos países (Reino Unido, Dinamarca, Australia, Estados Unido y
China), la mayoría voluntarios.
Los
médicos rescatistas que revisaron a los niños quedaron sorprendidos porque emocionalmente
se encontraban mucho mejor de lo esperado; y ello sucedió debido al verdadero
héroe de la tragedia, su líder. El entrenador de los jóvenes había quedado huérfano a los 10
años debido a una epidemia que afectó a su padre, madre y hermano de siete
años. Luego de permanecer un tiempo en el seno de la familia, vivió 10 años en
un templo budista, donde aprendió las herramientas que utilizó con el equipo
como la meditación y palabras de fe y esperanza para mantener a los niños calmados
y optimistas.
La guerra
Hace
muchos años conocimos a un señor que había estado en el campo de concentración
Auschwitz. Es muy difícil, luego de sus terribles relatos, centrarnos solamente
en el punto que atañe, pero lo intentaremos.
De
todos los sucesos comentados, mientras fuimos colegas, uno nos impactó en
especial. Relató que todos los viernes, un compañero de cautiverio, describía
la visualización de una escena que nada tenía que ver con la realidad que
afrontaban en el helado galpón. Describía una reunión en la que incluía a sus compañeros,
en la cual se prendían las velas del Sabbat, comían exquisiteces acompañados
por sus familias y oraban, mientras en ese momento, apenas tenían un mendrugo
de pan en sus manos.
Este
mismo individuo que dirigía la cena del viernes, se tomaba el tiempo para
hablar con cada persona, cuando le era posible. A uno le decía que debía estar
fuerte para regresar con su familia y contenerlos. A otra, quien no tenía más
familiares o amigos vivos, le indicaba que debía reconstruir su casa y a aquel,
que nada ni nadie le esperaba a su regreso, le explicaba que era la única
persona que tendría el tiempo necesario para escribir el libro que relataría al
mundo lo que habían vivido, dado que aquella situación no podía ni debía quedar
en el olvido. A todos les mostraba un motivo para seguir vivo.
Cuando
por fin terminó el calvario y pudieron salir en libertad, un teniente
norteamericano preguntó si las personas que salían de aquel galpón, en
especial, habían tenido un trato preferencial o habían llegado después que los
demás. Nuestro compañero les dijo que no habían tenido ningún privilegio y
explicó cómo uno de ellos los fue guiando a vivir un sueño. Los soldados
comprobaron que este grupo estaba en mejores condiciones físicas que el resto.
Esto pasó con todos los integrantes aún con los que no eran judíos, quienes
esperaban deseosos la ceremonia de las velas de los viernes.
El
contexto de su vida era el mismo, sin embargo la fe y la esperanza reafirmaba
tanto corporal como mentalmente la existencia de otra posible realidad. La vida
no cambiaba, pero la ilusión mantuvo intacta la fuerza para afrontar esos
padecimientos. Si ahondamos más en este concepto podemos intuir que este líder
innato utilizaba, tal vez sin saberlo,
la resiliensia como herramienta para motivar a sus compañeros. Pero ¿qué
sucedía con él? Su vocación de servicio (tal como el entrenador de la caverna
de Tailandia) también le daba un motivo para vivir, además de sus anhelos
personales.
Hiroshima
Otro
ejemplo fue el llevado a cabo por el pueblo japonés, luego de las bombas
nucleares que devastaron Hiroshima y Nagasaki.
La
tradición japonesa dice que si alguien realmente tiene un deseo y realiza 1.000
grullas en origami (papiroflexia) el mismo, se cumple.
Sadako,
una niña que sufría leucemia provocada por la radiación de la bomba nuclear,
comenzó a realizarlas. Antes de terminar la cantidad propuesta, la pequeña
falleció y el seguimiento de la acción lo tomaron sus amigos en su nombre.
A
partir de allí miles de pequeños voluntarios comenzaron a realizarlas con el
propósito de sanar a otro de su misma edad que tuviera cáncer.
Un pueblo que se dedica
a reconstruir sus ciudades y ocuparse de los enfermos, poco tiempo y energía
les queda para dedicarse a los pequeños y a su vez estos no tienen muchos elementos
para ayudar, sin embargo, al concentrarse en plegar papel, cantar canciones o
mantras y ser partícipes de ayudar, resultó un gran recurso para el momento y
para la futura salud mental. Los niños que adoptaron esta tarea fueron mejor
preservados emocionalmente.
Liliana Hernandez
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