miércoles, 30 de julio de 2014

Un Sueño Posible – JMJ Rio de Janeiro 2013

Un año atrás junto a 12 jóvenes de la Parroquia Sagrada Familia de Morón Sur, animados y acompañados por el Padre Pablo Aguilar, nos encontrábamos en una aventura que tiempo atrás parecía muy lejana, el destino era la Jornada Mundial de la Juventud en Rio de Janeiro, Brasil.

Las reuniones de preparación se convirtieron en buenos momentos para compartir y que crezca la amistad de un grupo que pronto se encontraría viviendo una gran experiencia de fe. Aquellos meses de ansias y nervios quedaron atrás un 19 de Julio cuando emprendimos la salida de un viaje en micro, que duraría 48hs.

Nos recibió una noche cálida con sentimientos encontrados en nuestro interior. Alegres, cansados y sin parar de sorprendernos nos dirigimos a la Parroquia Santa Mónica situada en el barrio de Leblon. Aquel se transformo en nuestro punto de encuentro cada mañana, para cada desayuno y nuevo comienzo de un día que sería mágico. Nuestra gran experiencia fue acompañada de familias generosas que nos abrieron las puertas de sus casas para hospedarnos dándonos un lugar donde dormir y al cual llamar “nuestra casa”.

La JMJ de Rio 2013 tuvo su misa inaugural presidida por Monseñor Orani João Tempesta, Arzobispo Metropolitano de Río de Janeiro el día 23 de Julio en la playa de Copacabana, una noche de viento y lluvia. En su homilía pidió a los jóvenes que sostengamos nuestra alegría durante toda la jornada “Somos llamados a ser protagonistas de un mundo nuevo. Anden por esta ciudad testimoniando a Jesucristo, comprometiéndose con un mundo nuevo, contagiando a todos con la alegría y la paz de Cristo” . Finalizada la Santa Misa nos dispusimos como grupo a regresar y descansar sabiendo que aquel momento que tanto esperamos finalmente había llegado, la JMJ Rio 2013 estaba inaugurada.

Los mensajes del querido Papa Francisco merecen un párrafo aparte en esta historia. “Quiero lío en las diócesis, ¡Quiero que se salga afuera! Quiero que la Iglesia salga a la calle”, palabras que escuchamos y que quedaron en nuestros corazones un 25 de Julio en la Catedral Metropolitana de Río de Janeiro en el marco de la Misa celebrada para los jóvenes Argentinos que nos entontábamos en Brasil. Con su propio sello, Francisco le dijo NO al licuado de fe “Por favor, no licuen la fe en Jesucristo. Hay licuado de naranja, hay licuado de manzana, hay licuado de banana, pero por favor, no tomen licuado de fe. La fe es entera, no se licúa”.

El día 27 de Julio, en una noche fría, cerca de 3 millones de jóvenes compartimos una vigilia junto al Papa en la playa de Copacabana. Un encuentro de alegría, emoción y oración. “Jesús nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo, algo más grande. Jesús nos ofrece la posibilidad de una vida fecunda, feliz”, sin dudas aquello lo estábamos experimentando en Rio de Janeiro. El rezo del rosario fue un momento grupal y muy personal, donde tuvimos la certeza de que la iglesia no termina en nuestras diócesis. Comprender que a pesar del idioma todos en ese momento rezamos una misma oración, encontrarnos de la mano de un hermano de  otro país y descubrir una misma fe con él, era un regalo que queríamos compartir.

La misa de envío y clausura de la Jornada en la mañana del 28 de Julio, presidida y compartida junto a Francisco fue colmada de alegría y euforia. Nos encontrábamos en el final de lo que había sido tan solo un sueño hacia algunos meses atrás, y supimos vivirlo tan alegres como el primer día. Sin dudas el envío del Papa nos marco un camino por el cual transitar “Vayan, sin miedo, para servir. Experimentarán que quien evangeliza es evangelizado, quien transmite la alegría de la fe, recibe alegría. Queridos jóvenes, cuando vuelvan a sus casas, no tengan miedo de ser generosos con Cristo, de dar testimonio del evangelio”. Una fiesta que no quería terminar, con júbilo, baile y música nos fuimos alejando de Copacabana sabiendo que al día siguiente emprenderíamos la vuelta hacia Buenos Aires.

Aquel 29 de Julio de 2013 nos encontramos despidiéndonos de “nuestras familias”, de aquel barrio de Leblon que recorrimos tanto en tan pocos días y de un Rio de Janeiro que nos supo abrir sus brazos como el Cristo Redentor. Tristes, pero con una misión personal en cada uno de nosotros que era transmitir en la familia, amigos y hermanos de las comunidades aquella hermosa experiencia vivida. Una misión que aun hoy está viva en aquellos 13 jóvenes de la Parroquia Sagrada Familia que compartimos la Jornada Mundial de la Juventud Rio 2013.


MARTÍN EZEQUIEL PEREZ

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